Miguel Ángel Pérez Pirela
Desde hace un tiempo vivimos en Venezuela en una continua coyuntura cuyo principal efecto es un terrible presentismo que no nos deja pensar. Cada vez que nos sentamos a reflexionar sobre el fenómeno venezolano una nueva coyuntura llega para despabilarnos de nuestra intención de pensar y nos obliga a adentrarnos en la dictadura de la coyuntura. El resultado es más que preocupante: nos hemos convertido en reaccionarios.
Y cuando hablo de reaccionarios englobo a la extrema derecha, a la derecha, a la izquierda y a la extrema izquierda venezolana. Funcionamos a través de un extraño mecanismo que nos hace reaccionar – desde la revolución o desde la oposición – a determinados fenómenos. Somos como pequeños insectos esperando que se prenda una luz para acercarnos a ella en un intento desaforado por ser los primeros en tocarla y sentir su peligroso calor.
Si vemos esto desde un punto de vista fenomenológico, es decir, si lo observamos como mero fenómeno, poca importancia tiene el hecho que el mismo sea un problema con la transnacional EXXON, con Colombia, con el Rey de España, o con cualquier otra luz encendida. Lo importante es que son fenómenos que se repiten ininterrumpidamente y que nos mantienen ocupados en una reacción instintiva, izquierdista o derechista. La pregunta seria entonces: ¿Qué se esconde detrás de estos fenómenos?
Coloquemos un ejemplo entre tantos, ¿Qué se esconde detrás del altercado jurídico con la empresa petrolera EXXON? Si vemos dicho problema desde una perspectiva fenomenológica, no tardaremos en darnos cuenta del hecho que la misma se inscribe en la cadena de fenómenos antes descritos. ¿No ayudará acaso este altercado a la reacción de la derecha venezolana? ¿No será este fenómeno idóneo para una oposición con ínfulas anglosajonas que busca celebrar las dificultades del gobierno? Pero por otra parte, ¿la problemática con EXXON no puede ser también positiva para la reacción chavista? ¿No puede ser acaso dicho altercado un nuevo respiro nacionalista para un chavismo derrotado electoralmente el 2 de diciembre? ¿Qué rol juega el nacionalismo chavista que aparece casi naturalmente en el altercado con la empresa estadounidense?
Si dejamos de un lado el fenómeno EXXON y nos vamos un mes atrás, podemos sacar de debajo de la manga el fenómeno con Colombia: ¿Cómo interpretar el hecho que Uribe acepte la mediación del, hasta entonces, amigo Chávez? ¿Qué se esconde detrás de la súbita ruptura entre dos presidentes que se decían compañeros? ¿Qué lugar ocupa la liberación de los paramilitares encarcelados en Venezuela? ¿Por qué una liberación por parte de la FARC de prisioneros bajo la negociación de Chávez? No cabe duda que el fenómeno “Colombia”, como hoy día el fenómeno EXXON, provoca una natural reacción entre las facciones chavistas y opositoras presentes en el país. También es un hecho que dicho fenómeno llama – esta vez – a un nacionalismo opositor y a un internacionalismo chavista.
Sí nos remontamos todavía más lejos dos meses atrás caemos sin más en otra luz encendida, en otro fenómeno y en otra reacción: justo antes de las elecciones el “por qué no te callas” del rey de España, sirvió como nuevo inspirador de las reacciones venezolanas. Una parte de la oposición descubrió sus orígenes aristocráticas europeas y una parte del chavismo descubrió su pureza indígena. También en esa ocasión nos desconcentramos sobre los reales problemas, posibilidades y esperanzas de nuestro país para encandilarnos en discursos coyunturales de los cuales sólo queda el cansancio.
La reacción ha entrado entonces en el funcionamiento sociopolítico de los venezolanos, dejando el preocupante saldo del no-pensamiento y de la dictadura de la coyuntura. Dicho mecanismo de la reacción está detrás de nuestro universo político y es más que efectivo en su resultado: deja al país en medio de dos frentes los cuales por sus mismas características obligan a todos a decidir intenpestivamente sobre todo. Estamos de frente a un chantaje colosal cuya principal víctima es el pensamiento venezolano.
Desde hace un tiempo vivimos en Venezuela en una continua coyuntura cuyo principal efecto es un terrible presentismo que no nos deja pensar. Cada vez que nos sentamos a reflexionar sobre el fenómeno venezolano una nueva coyuntura llega para despabilarnos de nuestra intención de pensar y nos obliga a adentrarnos en la dictadura de la coyuntura. El resultado es más que preocupante: nos hemos convertido en reaccionarios.
Y cuando hablo de reaccionarios englobo a la extrema derecha, a la derecha, a la izquierda y a la extrema izquierda venezolana. Funcionamos a través de un extraño mecanismo que nos hace reaccionar – desde la revolución o desde la oposición – a determinados fenómenos. Somos como pequeños insectos esperando que se prenda una luz para acercarnos a ella en un intento desaforado por ser los primeros en tocarla y sentir su peligroso calor.
Si vemos esto desde un punto de vista fenomenológico, es decir, si lo observamos como mero fenómeno, poca importancia tiene el hecho que el mismo sea un problema con la transnacional EXXON, con Colombia, con el Rey de España, o con cualquier otra luz encendida. Lo importante es que son fenómenos que se repiten ininterrumpidamente y que nos mantienen ocupados en una reacción instintiva, izquierdista o derechista. La pregunta seria entonces: ¿Qué se esconde detrás de estos fenómenos?
Coloquemos un ejemplo entre tantos, ¿Qué se esconde detrás del altercado jurídico con la empresa petrolera EXXON? Si vemos dicho problema desde una perspectiva fenomenológica, no tardaremos en darnos cuenta del hecho que la misma se inscribe en la cadena de fenómenos antes descritos. ¿No ayudará acaso este altercado a la reacción de la derecha venezolana? ¿No será este fenómeno idóneo para una oposición con ínfulas anglosajonas que busca celebrar las dificultades del gobierno? Pero por otra parte, ¿la problemática con EXXON no puede ser también positiva para la reacción chavista? ¿No puede ser acaso dicho altercado un nuevo respiro nacionalista para un chavismo derrotado electoralmente el 2 de diciembre? ¿Qué rol juega el nacionalismo chavista que aparece casi naturalmente en el altercado con la empresa estadounidense?
Si dejamos de un lado el fenómeno EXXON y nos vamos un mes atrás, podemos sacar de debajo de la manga el fenómeno con Colombia: ¿Cómo interpretar el hecho que Uribe acepte la mediación del, hasta entonces, amigo Chávez? ¿Qué se esconde detrás de la súbita ruptura entre dos presidentes que se decían compañeros? ¿Qué lugar ocupa la liberación de los paramilitares encarcelados en Venezuela? ¿Por qué una liberación por parte de la FARC de prisioneros bajo la negociación de Chávez? No cabe duda que el fenómeno “Colombia”, como hoy día el fenómeno EXXON, provoca una natural reacción entre las facciones chavistas y opositoras presentes en el país. También es un hecho que dicho fenómeno llama – esta vez – a un nacionalismo opositor y a un internacionalismo chavista.
Sí nos remontamos todavía más lejos dos meses atrás caemos sin más en otra luz encendida, en otro fenómeno y en otra reacción: justo antes de las elecciones el “por qué no te callas” del rey de España, sirvió como nuevo inspirador de las reacciones venezolanas. Una parte de la oposición descubrió sus orígenes aristocráticas europeas y una parte del chavismo descubrió su pureza indígena. También en esa ocasión nos desconcentramos sobre los reales problemas, posibilidades y esperanzas de nuestro país para encandilarnos en discursos coyunturales de los cuales sólo queda el cansancio.
La reacción ha entrado entonces en el funcionamiento sociopolítico de los venezolanos, dejando el preocupante saldo del no-pensamiento y de la dictadura de la coyuntura. Dicho mecanismo de la reacción está detrás de nuestro universo político y es más que efectivo en su resultado: deja al país en medio de dos frentes los cuales por sus mismas características obligan a todos a decidir intenpestivamente sobre todo. Estamos de frente a un chantaje colosal cuya principal víctima es el pensamiento venezolano.
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