jueves, 17 de abril de 2008

Los dos Partidos Únicos

Miguel Á. Pérez Pirela*

Si existe algo que se ha criticado en Venezuela en el último decenio es precisamente el bipartidismo. Pero hay que aclarar que éste, en Venezuela, no tiene absolutamente nada que ver con la inexistencia de otros partidos de menor peso electoral. Si algo nos enseñó la IV República fue precisamente que el bipartidismo consiste en la existencia de dos grandes partidos políticos cuya magnitud es tan importante que logra neutralizar a los partidos más pequeños sin, por ello, anularlos.
Seamos entonces sinceros y, a la vez, lúcidos: el temor a un partido único debería ser inmediatamente cambiado por el miedo a dos partidos únicos.
Cuando observamos los avatares de la política venezolana actual nos percatamos que estamos en vísperas de un inminente neo-bipartidismo quintorepublicano, y ello se refleja en diferentes señales políticas.
Primero que todo hemos notado en el seno de la oposición un desmembramiento en el partido Primero Justicia, el cual ha visto alguno de sus cuadros fundamentales pasar al partido Un Nuevo Tiempo. No cabe duda que este último partido ha instaurado una lógica de unión de fuerzas muy parecida al que, por su parte, realiza el chavismo al fundar un partido unido. Claro está, con menos ruido, pues en ningún momento se le ha acusado a UNT de crear un partido “único”.
Como es sabido, esta última acusación ha sido hecha más bien contra el PSUV. Dicha acusación ha querido jugar con la ambigüedad entre partido “único” y partido “unido”. Pero al ver más de cerca sus movimientos y desdramatizar sus iniciativas nos damos cuenta que se trata simplemente de la consagración de una fuerza de unidad parecida – “en términos politológicos” – a la que, por su parte, realiza UNT.
El resultado parece ser por ello la existencia en el chavismo de un gran partido quien protegerá, y a la vez neutralizará, a los partidos de menor envergadura como el PCV y el PPT. De hecho, se debe recordar que dichos partidos, al momento del lanzamiento del PSUV, tuvieron que resistir políticamente para no ser tragados por el nuevo partido cuya inminencia era avasallante.
La misma suerte y resistencia vale para partidos como PJ el cual delante de la nacionalización de una partido regional como lo es UNT tuvo que unir fuerzas y resistir al quiebre interno que se fraguó desde la lógica del UNT quien, de hecho, se quiere “el” partido de la oposición.
Lo cierto es que la geografía del poder, en lo que a partidos se refiere, se encuentra en estos momentos en una importante r-evolución silenciosa cuyos resultados son a penas perceptibles, y que tiende lenta pero inminentemente hacia un bipartidismo.
Otro elemento que hay que adicionar al mapa político son los resultados del 2D el cual fue importante para la reformulación del poder partidista en Venezuela. El positivo resultado electoral para la oposición venezolana no fue leído entonces como un resultado partidista aunque, de facto, lo fue. Y ello por un motivo muy simple: el mito de la oposición unida, más allá de los partidos que la componen, está siendo anulado por las divisiones propias de las campañas de los próximos comicios electorales: la romántica “sociedad civil unida” se esfuma paulatinamente en vista de la aparición de líderes del gran partido de la oposición.
También el resultado del 2D se traduce para el chavismo en términos partidistas: dicho resultado fue adverso, antes que todo, para el naciente PSUV, partido que ahora deberá ampliar su poder, estructuras y redes.
No le temo por ello a la tan anunciada ruptura violenta del hilo democrático por parte de extremistas o a la entrada de marines en nuestras fronteras: el proceso es más complejo y menos pomposo. Le temo a un peligroso bipartidismo quintorepublicano cuya principales víctimas serían las bases populares organizadas que dieron nacimiento a la llamada revolución. Está de más decirlo: el peligro de todo bipartidismo son los “pactos”.
Por otra parte, no cabe duda de que alguien está sacando mal las cuentas: ¿quién puede decir que los triunfos de la revolución desde 1999 pueden ser atribuibles a un partido político?

*Instituto de Estudios Avanzados (IDEA)

martes, 8 de abril de 2008

La lógica “ahívienelobista”

Falsas amenazas sobre Venezuela

Miguel Ángel Pérez Pirela

¡Ahí viene el lobo!, ¡Ahí viene el lobo feroz! Éste es precisamente el grito que hemos escuchado tanto nacional como internacionalmente los venezolanos. Amenaza que hemos estado todos esperando con un miedo que casi ha durado un decenio. ¡Ahí viene el lobo!, ¡ahí viene la dictadura!, ¡ahí viene el dictador Chávez! Déspota que dentro de muy poco instaurará un régimen “castro-comunista” sin libertad de expresión, sin propiedad privada, sin libertades cívicas, etc.
¡Ahí viene el lobo! se siguió gritando en los diez comicios electorales celebrados durante un poco menos de nueve años. Cada vez que terminaba uno de dichos comicios con el triunfo del chavismo, el lobo que estaba por venir se transfiguraba entonces en fraude: ¡ahí viene el fraude! y todos los venezolanos con una paciencia, que ni siquiera nosotros mismos sabíamos que teníamos, seguimos esperando al lobo, seguíamos esperando el fraude. Las pruebas prometidas de dichos fraudes no llegaron en ese momento, no llegaron ahora, no llegarán nunca.
¡Ahí viene el lobo! se vociferó inmoralmente una vez que, después de una plural Constituyente, en 1999 se aprobó la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. De hecho, esos que hoy se oponen a la reforma a la Constitución planteada por el Presidente Chávez, esos mismos que el 2 de diciembre ganaron al decir “no” a la reforma de dicha Carta Magna, fueron los mismos que despotricaron y mal dijeron de la Constitución de 1999. ¡Ahí viene el lobo!, ¡Ahí viene la dictadura a través de dicha Constitución dijeron entonces! El lobo tampoco llegó.
Pero la amenaza del lobo no solamente se inscribía en el universo de los comicios electorales. Dicha amenaza se vio reflejada en todos los ámbitos de la construcción popular del socialismo que a partir de 1999, con la elección de Hugo Chávez, se decidió construir en el país. Escuchamos también ¡ahí viene el lobo! justo después del golpe de estado del 11 de abril del 2002. Una vez que el Presidente Chávez retomo el hilo constitucional, apoyado por el pueblo en la calle, la oposición golpista gritó ¡ahí viene el lobo! Según esta amenaza el gobierno Bolivariano habría de tomar duras represalias, quitar libertades, instaurar finalmente su dictadura. También en ese caso el lobo no llegó: ese Presidente que apenas había sufrido un golpe de estado llamó el mismo 13 de abril a la paz, la unidad, la tolerancia.
También se ha amenazado con la llegada de dicho lobo al momento de discutirse y aprobarse democráticamente leyes transcendentales para el destino venezolano. ¡Ahí viene el lobo! se gritó cuando fue aprobada la Ley de Responsabilidad social en radio y televisión, que la oposición no dudo en llamar “Ley Mordaza”. Según ellos con esta Ley el bolivarianismo instituiría su régimen amparado en la ausencia de libertad de expresión. Sorprendentemente también en este caso el lobo no apareció. La Ley fue aprobada y hoy día es un indudable marco referencial apoyado por todos los venezolanos.
En fin, la lista del lobo y lobos es infinita. Pero de todos los lobos que la oposición venezolana ha construido hay uno que no se puede tolerar y ello por una razón obvia: porque precisamente atenta contra la paz, contra la tolerancia, contra la democracia que tanta sangre nos ha costado a todos los venezolanos. Nos referimos al lobo de los lobos, a ese que se encuentra detrás de todos ellos, al miedo.
La campaña que la oposición venezolana llevó a cabo contra la propuesta de reforma a la Constitución se fundamentó en el lobo del miedo. Durante dicha campaña la oposición venezolana no escatimó esfuerzos en denunciar lobos atroces que nunca llegaron. Los venezolanos tuvimos que vivir en la zozobra de una campaña mediática millonaria en la cual se planteó, sin ningún tipo de vacilación ética, que: se le quitaría la propiedad privada a quien la tuviese, se le quitarían los niños a sus padres, el Presidente Chávez se eternizaría hasta nunca jamás en el poder, se anularían los representantes democráticamente electos en municipios, alcaldías y gobernaciones, se educaría en el comunismo a todos los niños, se instauraría una misma nación y una misma República entre Cuba y Venezuela, se acabaría con la libertad de culto en el país, se cerrarían las escuelas privadas religiosas, se acabaría con la autonomía universitaria, pero sobretodo, que a través de esta reforma a la Constitución se daría, nada más y nada menos, que “un golpe de estado democrático”.
En esta trágica epopeya en la cual se lanzó la oposición para apoyar su opción por el “no” participaron como protagonistas indiscutibles, ante todo, los medios de comunicación transnacionales quienes se encargaron de engordar y difundir los lobos antes descritos. Pero también participó la millonaria oligarquía venezolana, cabecilla durante la IV República, autora del golpe de estado del 11 de abril del 2002 y motor económico indiscutible de la oposición venezolana.
Pero el símbolo del lobo, del miedo, de las amenazas nunca transfiguradas en realidad, fueron las elites estudiantiles que fungieron como portavoz último y eficaz de la lógica “ahívienelobista”. Durante casi cuatro meses dichos estudiantes a través de reportajes, imágenes, especiales, videos, fotografías, entrevistas, etc., dieron la vuelta al mundo como “cándidas victimas” de supuestos atropellos y vejaciones por parte del Gobierno Bolivariano de Venezuela, como amenazados por una supuesta dictadura. En ellos fueron simbolizados los miedos que estructuraron la campaña por el “no” a la reforma en Venezuela.
Pero la verdad fue que los muertos (específicamente dos) llegaron una semana antes de los comicios electorales del 2 de diciembre y fueron precisamente chavistas. La verdad fue que estos estudiantes con sus manos pintadas de blanco y sus gritos de libertad contra el tirano Chávez fueron recibidos por el mismísimo Poder Legislativo, Poder Judicial y Poder Electoral. La verdad fue que dichos estudiantes fueron catapultados a la fama por la cadena televisiva Globovisión. La verdad fue que estos estudiantes fueron a donde quisieron, manifestaron sin trabas algunas, trancaron todas las calles que creyeron pertinente, hablaron en todos los medios de comunicación, desafiaron al poder democráticamente instituido, y el resultado fue el esperado: el lobo nunca llegó.
Las elecciones se llevaron finalmente a cabo el 2 de diciembre en un clima de paz, tolerancia, respeto y armonía. Sus resultados fueron en pro del “no” apoyado por la oposición al Presidente Chávez. Éste último justo después del pronunciamiento del Poder Electoral aceptó y felicitó a los ganadores. Al parecer el lobo no solamente no llegaría, sino que además no existía.
El Poder Electoral que tantas veces fue vejado por parte de la oposición por legitimar el triunfo del chavismo, ahora hace lo mismo con los resultados positivos de la oposición en estos comicios. Mágicamente el lobo se esfumó y para la oposición ahora sí parece existir democracia en Venezuela.
Todo esto nos deja un sabor agridulce: dulce porque, una vez más, se celebraron elecciones pacíficas y legítimas en Venezuela. Agrio porque sólo se reconocen las mismas cuando es el lobo opositor quien gana.
Lo cierto es que desgraciadamente todo indica que el “ahívienelobismo” no ha terminado. De hecho, ¿Cuáles serán los lobos que la oposición nacional e internacional esgrimirá en el futuro? y más aún, ¿cuándo terminarán ellos por enjaular sus lobos y dejar al pueblo venezolano construir en paz un proceso democrático por el que tanto ha luchado?

martes, 1 de abril de 2008

Nosotros, los reaccionarios venezolanos

Miguel Ángel Pérez Pirela

Desde hace un tiempo vivimos en Venezuela en una continua coyuntura cuyo principal efecto es un terrible presentismo que no nos deja pensar. Cada vez que nos sentamos a reflexionar sobre el fenómeno venezolano una nueva coyuntura llega para despabilarnos de nuestra intención de pensar y nos obliga a adentrarnos en la dictadura de la coyuntura. El resultado es más que preocupante: nos hemos convertido en reaccionarios.
Y cuando hablo de reaccionarios englobo a la extrema derecha, a la derecha, a la izquierda y a la extrema izquierda venezolana. Funcionamos a través de un extraño mecanismo que nos hace reaccionar – desde la revolución o desde la oposición – a determinados fenómenos. Somos como pequeños insectos esperando que se prenda una luz para acercarnos a ella en un intento desaforado por ser los primeros en tocarla y sentir su peligroso calor.
Si vemos esto desde un punto de vista fenomenológico, es decir, si lo observamos como mero fenómeno, poca importancia tiene el hecho que el mismo sea un problema con la transnacional EXXON, con Colombia, con el Rey de España, o con cualquier otra luz encendida. Lo importante es que son fenómenos que se repiten ininterrumpidamente y que nos mantienen ocupados en una reacción instintiva, izquierdista o derechista. La pregunta seria entonces: ¿Qué se esconde detrás de estos fenómenos?
Coloquemos un ejemplo entre tantos, ¿Qué se esconde detrás del altercado jurídico con la empresa petrolera EXXON? Si vemos dicho problema desde una perspectiva fenomenológica, no tardaremos en darnos cuenta del hecho que la misma se inscribe en la cadena de fenómenos antes descritos. ¿No ayudará acaso este altercado a la reacción de la derecha venezolana? ¿No será este fenómeno idóneo para una oposición con ínfulas anglosajonas que busca celebrar las dificultades del gobierno? Pero por otra parte, ¿la problemática con EXXON no puede ser también positiva para la reacción chavista? ¿No puede ser acaso dicho altercado un nuevo respiro nacionalista para un chavismo derrotado electoralmente el 2 de diciembre? ¿Qué rol juega el nacionalismo chavista que aparece casi naturalmente en el altercado con la empresa estadounidense?
Si dejamos de un lado el fenómeno EXXON y nos vamos un mes atrás, podemos sacar de debajo de la manga el fenómeno con Colombia: ¿Cómo interpretar el hecho que Uribe acepte la mediación del, hasta entonces, amigo Chávez? ¿Qué se esconde detrás de la súbita ruptura entre dos presidentes que se decían compañeros? ¿Qué lugar ocupa la liberación de los paramilitares encarcelados en Venezuela? ¿Por qué una liberación por parte de la FARC de prisioneros bajo la negociación de Chávez? No cabe duda que el fenómeno “Colombia”, como hoy día el fenómeno EXXON, provoca una natural reacción entre las facciones chavistas y opositoras presentes en el país. También es un hecho que dicho fenómeno llama – esta vez – a un nacionalismo opositor y a un internacionalismo chavista.
Sí nos remontamos todavía más lejos dos meses atrás caemos sin más en otra luz encendida, en otro fenómeno y en otra reacción: justo antes de las elecciones el “por qué no te callas” del rey de España, sirvió como nuevo inspirador de las reacciones venezolanas. Una parte de la oposición descubrió sus orígenes aristocráticas europeas y una parte del chavismo descubrió su pureza indígena. También en esa ocasión nos desconcentramos sobre los reales problemas, posibilidades y esperanzas de nuestro país para encandilarnos en discursos coyunturales de los cuales sólo queda el cansancio.
La reacción ha entrado entonces en el funcionamiento sociopolítico de los venezolanos, dejando el preocupante saldo del no-pensamiento y de la dictadura de la coyuntura. Dicho mecanismo de la reacción está detrás de nuestro universo político y es más que efectivo en su resultado: deja al país en medio de dos frentes los cuales por sus mismas características obligan a todos a decidir intenpestivamente sobre todo. Estamos de frente a un chantaje colosal cuya principal víctima es el pensamiento venezolano.